Enjambre: Próximos Prójimos

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Siempre he pensado que entre los exponentes de la música alternativa, existen tres tipos de bandas o artistas: los que disco a disco tratan de revolucionar su propio estilo, que se encuentran en un estado constante de experimentación y que difícilmente publican dos álbumes iguales; los que siguen tendencias y modas, que se suben al “tren del mame” consiguiendo resultados interesantes y que se construyen sobre las ideas (y el éxito) de alguien más; y por último, están aquellos que con sus primeros discos  confeccionaron un estilo que en su momento fue considerado como único, que marcó tendencia y que terminó por “inspirar” a otros artistas, pero que en general se mueven dentro de su propio marco de referencia musical. 

En cualquier caso, ya sea que se trate del más loco experimentador, el más descarado imitador, o el inventor del estilo más exitoso, habrá que notar que no hay música de “generación espontánea”, es decir, completamente inédita, pues toda la música tiene su raíz y su inspiración en algo que ya existía antes.

Enjambre sin dudarlo, se encuentra en el tercer tipo, esos que crearon su propio estilo y lo mantienen como marco de referencia en cada una de sus publicaciones y que ha sido imitado (o tratado de imitar) por muchísimos otros artistas. 

Desde su formación, Enjambre ha ido construyendo su personalidad sonora fusionando el rock, el pop y la psicodelia, todo esto amarrado con el carácter de la balada en español de los setentas, para un resultado final que tiene un “feel” vintage, muy propio de la banda y que alcanzó su zenit con su tercer álbum titulado, “Daltónico” (2010).

Este 2020, después de casi un año de estar lanzando sencillos, la banda por fin publicó “Próximos Prójimos”, su séptimo álbum de estudio, en el que sigue maniobrando dentro su propio marco de referencia, pero no sin poner a prueba nuevas ideas.

El disco abre con un muy corto track instrumental creado con sintetizadores a lo Kraftwerk, para dar paso a “Luz en las manos”, una ruda crítica a ese dispositivo móvil que se ha convertido en una deidad del mundo moderno: “en sus ratos libres / ruegan que su dios vibre / para inclinar la cabeza”, canta aquí Luis Humberto Navejas, quien junto a su hermano Julián Navejas (teclado y guitarra), son los productores del disco. 

Luego pasa a “Relámpago”, el primer sencillo lanzado en 2019, una intensa canción guitarrera con un toque sesentero. Después un sintetizador abre la fantástica “Divergencia”, una canción de esperanza que propone el baile como antídoto a la adversidad, que bien podría ser dedicada al Lobo Vásquez: “déjame verte bailar / que me haces sonreír / todo me puede angustiar / pero tú me haces vivir”.

En “La Batalla”, la voz de Navejas parece ahogarse entre la instrumentación, pero resalta y destaca potente como los baladistas de los setentas. “Días Extraños de Abril” es una balada acústica, melódica y rica y es seguida por “El Derrumbe”, una canción para quienes extrañan a alguien importante “aunque ya no estás oigo tu voz dulce / hazla resonar hasta que derrumbe / quiero oirte cantar en la incertidumbre / quiero recordar cuando todo tuve”. 

En general los trece temas del disco están cargados (o sobre cargados) de guitarras eléctricas y sintetizadores, y están coronados con la voz intensa y visceral de Navejas, que se muestra plena y marca el sentimiento de cada una de las canciones. No hay duda que su estilo vocal es un elemento vital en la fórmula de Enjambre. 

Un álbum que se disfruta, con momentos verdaderamente brillantes, con mucho sentimiento y letras con las que es fácil identificarse. En “Próximos Prójimos”, Enjambre lleva su estilo, ese que muchos han tratado de imitar en Latinoamérica, dando un paso más adelante y demostrando por qué se ha convertido en una de las bandas más importantes de México. 

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