Lo humano y lo experimental del rock de Fábulas Áticas

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“Este nuevo disco ofrece un Fabulas Áticas siempre honesto, que busca calidad musical y que tiene la fortuna de contar con músicos que tocan y crean bien”, eso comenta su vocalista Gilberto Lemus al presentar el nuevo y quinto álbum titulado Humanos. En realidad es un EP conformado por ocho canciones, incluida la que en un momento fue un single, Humano.

Hay que recordar que estamos ante una banda que en los años noventa participó en la gestación de un rock nacional que recogía el sentir de una generación de jóvenes con fuerte ideales de libertad e hijos de padres fuertemente reprimidos. Desde esos años, Fábulas Áticas ha construido su propio y particular estilo, no sin cierta ambición

Esta vez, como reconoce su vocalista salen de su zona de confort. De hecho, en el disco anterior El arte de viajar en círculos, estuvo trazado de rock de fácil melodía, en Humanos en cambio ponen el acento en un mestizaje de rock/pop y melódicamente desigual, aunque con un denominador común: la autenticidad.

El disco abre con Bendito corazón, provista de un ligero toque tecno y breves tramos con loops, por supuesto sostenido por un rock, su fuente primera, con requinteo de Jorge Díaz Durán y el arreglo sonoro de su tecladista Antonio Méndez que media entre lo tecno y lo orgánico.  

El poderío de Lemus se asoma en Mil formas, canción de digna concepción. Habla desde ese niño de la calle que encuentra mil y una forma para ser feliz. Una canción de inmejorable hechura y originalidad, donde hay pop pero también rock progresivo con un break, un efecto de Ebow de Dan Roca y un solo de guitarra de Díaz Durán que apostillan a la perfección el nivel sonoro y la búsqueda. Después de esa intensidad guitarrera, el cierre presenta un juego vocal que parecen simbolizar múltiples sentires. El tema es redondo.   

Beso largo, es más pop. Tiene cierto gusto por el r&b con esa guitarra funk, con coros de ornamento. Es obvia y solo es variedad estilística. En cambio Soy, de nuevo con elementos tecno a tiempo medio, es una canción confesional y humana, es decir, así como alguien puede ser cálido, también es frío, así como puede ser dulce también es amargo. Confiesa Lemus: “Todos tenemos buenos y malos momentos. A veces podemos ser una joya y otras el desastre más grande del mundo. Ese soy yo, así me describí a mí mismo en esta canción”. Ese manto sonoro de sintetizadores, el coro marca de la casa y esos cambios de voz (por efectos) prolongan en forma natural la estética de su material. 

En Fui feroz, sorprende cómo Lemus aún maneja su voz. Una canción de amor, melódica, tal vez un tanto rígida, pero eso sí, posee el cuidado de una balada bien construida. Esta es otra de las mejores del disco que nace quizá de sus nuevas influencias. Aquí cuenta en los coros con Fabiola Rhouda que la convierte en una canción rotunda y convincente. No está escrita al estilo habitual de Fábulas.

Fábulas Áticas / Facebook

Aparece Azulado. Debo confesar que cuando la escuché por primera vez, con ese coro y esa sección de metales me hizo pensar en Como es posible que a mi lado de Luis Miguel, pero fuera de risas, con la insistente escucha se comprende. Debo reconocer aquí el manejo vocal de Lemus. Es una balada pop pura y dura, aderezada peculiarmente de una sección de metales que le da viveza y groove. De nuevo hay un aporte valioso al final de Rhouda. 

Humano, es la reflexión sobre la necesidad del desapego y de ese mundo circundante donde unos llegan y otros van. Lemus, su autor cavila en “¡Qué rápido crecen los hijos! Cuando crecen cada vez necesitan menos de ti. Como que van encontrando su camino, encuentran sus verdades. Mientras más crecen menos necesario eres”. Lo cierto es que su voz se resiente ya en las notas graves. Por otra parte, hubiera preferido un solo de saxofón más comprometido. La idea era buena, pero debía estar mejor planteada.  

Llama la atención que aunque la banda tenga recursos técnico instrumentales, sus integrantes no quieran excederse ni van de exhibicionistas sino que más bien se empeñan en transmitirnos el sentimiento íntimo de la canción, así como el correcto entendimiento de lo que se busca, con logros por ratos afortunados.  

Por otra parte, piezas clave en todo esto son tanto Méndez como Lemus. Sin demeritar el aporte de Díaz Durán; del bajista Josué Villaseñor; y del batería Jorge Herrera. Méndez es el responsable de las construcciones armónicas y de las tonalidades, mientras que Lemus es la identidad vocal de la banda, cuya voz flexible y centrada le permite falsetes y notas graves. Con el correr de los años, estas últimas se han vuelto más frágiles. Lemus, sin duda alguna, ha sido una de las mejores voces del rock nacional.   

En suma, estamos ante un disco con vaivenes estilísticos pero que muestran a una banda madura y siempre viva. Por ratos es el mismo Fábulas Áticas y por otros es el nuevo Fábulas Áticas que después de cuatro años sin grabar, se aventura a experimentar por nuevos terrenos sin prisas, sin complacencias y sin pretensiones. Algo necesario en estas latitudes.  

Agradezco me hayan permitido escuchar este disco antes de publicarlo, y no alimentar esas absurdas restricciones de divos locales.      

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