Pastillas de Azúcar o Cianuro

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Hace ya varios años estaba viendo un partido de fútbol de la selección de Colombia, contra algún otro equipo. El país sudamericano iba perdiendo y el entrenador hizo un cambio inaudito: sacó a su muy joven y de moda delantero, para meter al en ese entonces muy veterano volante, Carlos Valderrama, un futbolista que, para quienes no lo conocen, es una leyenda de su país tras sus muy destacadas participaciones en los mundiales de 1990 y 1994. 

Dos comentaristas criticaron el cambio, decían cosas como que el equipo necesitaba movilidad, rapidez, fuego. Un tercer comentarista hizo un solo comentario: “No me toquen a los que sí saben”. Tres minutos después, en un tiro de media distancia, ante la sorpresa de todos, Valderrama empataría el partido con un espectacular gol. Luego de tiro penal, llevaría a su equipo a la victoria. 

Tengo desde hace más de una semana (antes de su estreno), el disco debut del cantautor guatemalteco, Rodrígo Zarco y desde la primera vez que lo escuché, me vino a la mente aquel comentarista y su frase: “no me toquen a los que sí saben”.

Rodrígo “Canche” Zarco, no es un artista nuevo, hace ya varios ayeres que superó la prueba del tiempo en relación a decidir si hacer o no una carrera respetable en la música de Guatemala, que hay que decirlo, no la pone para nada fácil. Lo que sí parece fresca es la energía de “Pastillas de Azúcar o Cianuro”, su primer álbum solista, una suerte experimento personal en el que el cantante guatemalteco juega con el rock y sus derivados a muchos niveles. 

El álbum abre con potencia, primero con “Frenético”, un rock esperable para un artista que lleva muchos años trabajando al lado de las baterías fuertes y las guitarras distorsionadas; le sigue “Yo me inyecto amor”, donde comparte voces con el rockero huehueteco Tony Delgado, con un sonido menos hard y más de raíces. 

Les sigue la balada hard rock “As de corazones rotos”, nuevamente algo esperable, pero efectivo, una buena canción con un puente fantástico, muy melódico, lleno de sentimiento. 

El disco sigue ganando intensidad al llegar a la muy potente “Todo es incierto”, donde Rodrígo lleva su voz al límite, demostrado su talento natural como cantante de rock; una canción que es imposible no imaginar en vivo, en medio de un moshpit gritando con fuerza: “No me atormenta mi pasado, la culpa de todo la tengo yo”. 

Mientas el álbum sigue su recorrido, uno puede entender que aquí la palabra clave es “rock” y que Rodrígo juega con este género, llevándolo a diversos extremos dentro de este marco,  y en ese sentido, la libertad que se respira en el disco, se agradece y casi se puede tocar en “El único miembro de mi club social”, una canción que empieza tipo rockabilly y termina en una suerte de cuasi metal, no sin antes de pasar por un puente tipo bossanova. 

Hacia el final del disco, a manera de conclusión se encuentran “No recuerdo lo que soñé” y “Me casaste como animal encandilado”, dos canciones largas (más de seis minutos), que marcan los dos extremos que se encuentran en el material, la primera una muy expresiva balada rock y la segunda, una canción intensa, dura, donde la distorsión manda.

En este material, Rodrígo Zarco en verdad hace alarde de su voz y la lleva a los extremos, un trabajo casi impecable. Además, se siente una intención clara de ser reconocido más allá del trabajo que ha hecho con su otra banda de rock y aunque en algunos temas no lo logra, el material realmente deja con ganas de escuchar hasta dónde puede llegar un artista que ahora parece recién liberado. 

El álbum fue producido por Zarco y co producido por Dan Roca y contó con varios músicos destacados de la escena guatemalteca que bien podrían formar un súper grupo, con personal  de Los Reyes Vagos, Filoxera, elCLubo, Fábulas, Kin, y muchos más. 

“Pastillas de Azúcar o Cianuro” es un disco de rock puro y duro, efectivo y sin pretensiones. Un material de esos con temas lo suficientemente buenos como para quedarse en la memoria, que se convertirán en himnos para cantar, para dedicar y para recargarse de energía. 

Ya he escuchado varias veces el álbum, estoy terminando de escribir estas líneas mientras suena “El peor para vos”, una balada reflexiva y que se siente personal, y ahora mismo fijo mi atención en un órgano que guía toda la canción y pienso: no me toquen a los que sí saben (de rock).

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