Prisionero de Fontana Bella

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Hay discos que simplemente no te dejan ir, te atrapan para siempre y se fusionan con eso que
eres, con eso en lo que te has convertido. Son discos que te atraparon desde la primera vez
que lo sacaste del paquete, oliste sus páginas y lo insertaste en el reproductor. Te atraparon
desde la primera nota.

Al momento de escribir estas líneas me levanto y me sirvo tequila en una caña, mientras en la
bocina se reproduce una señal que envía mi teléfono, se trata de la canción “Voces iluminadas
por sonrientes”
, segundo track del magnífico álbum Fontana Bella, de la banda mexicana
Austin Tv.

Las cosas han cambiado en el mundo de la música. Este mes, la banda por fin publicó Fontana
Bella
en plataformas digitales y hoy, escuchándolo desde mi teléfono, me di cuenta que es un
disco que me sigue atrapando, así como antes, como la primera vez.

La primera vez que escuché esta maravilla fue a través de un disco físico, CD que venía con
un libro que contaba la historia de Mario Lupo González Fábila, un viejo ermitaño, que vivía en
un bosque, acosado por sus pensamientos, emociones y fantasmas.

Más que un disco, Fontana Bella es en realidad una experiencia, donde de alguna forma la
banda se las arregló para que cada nota de la música, pusiera al descubierto lo que Mario Lupo
estaba sintiendo en medio de aquel solitario bosque y que no alcanzaba a describir del todo
solo con las palabras escritas en su diario.

Austin Tv entonces, a través de este disco, creó un mundo, con sus propias reglas y fantasmas,
donde las hojas de los árboles al caer, no son más que deseos cumplidos y en el que lo único
que importa es la música y el sonido del bosque.

En esta experiencia sonora, Austin Tv muestra un post-rock bastante melódico, por momentos
optimista, dulce y tierno, por momentos intenso, áspero, oscuro y agresivo, tal como las
emociones humanas, tal como el alma de Mario Lupo y de todos nosotros, los prisioneros de
Fontana Bella.

Se me acaba el tequila… voy por más.

El disco fue publicado por primera vez en 2007, marcando el debut del sello independiente,
Terrícolas Imbéciles y fue producido por Emanuel del Real, integrante de Café Tacvba. Un
álbum que llevó a la banda a pisar los escenarios más importantes del mundo, incluido el
festival Coachella.

Siguiendo con su lema “Tu cara no importa, importas tú”, los integrantes de la banda se
convirtieron en hojas del bosque que hacían música, música tan profunda y llena de texturas,
que podía hacer crecer flores, hasta de los corazones de piedra.

En todo el recorrido musical, se escuchan, en forma de palabras, algunas ideas de Mario y de
su amiga María de Paz, además de los sonidos del bosque. Sí, ese bosque que tomó como
prisionero a Mario Lupo, pero también a cualquiera que escuche este disco lleno de aire fresco.

Se espera que en los próximos meses, Austin Tv publique una versión en vinilo de este álbum,
lo cual es una excelente noticia para aquellos que seguimos siendo prisioneros de la música en
formato físico, pero también porque específicamente en este caso, eso permitiría revivir la
experiencia completa: la del mágico logro musical de la banda y la de las palabras que Mario
Lupo escribió en su diario, sin darse cuenta que no era más, que un afortunado invento de los
los hombres y la mujer hoja.

Aunque el tiempo no sea más que un puñado de espinas (como Mario Lupo lo definiría), y las
cosas hayan cambiado mucho en estos trece años desde la publicación original del álbum, hay
que decir que el relanzamiento de Fontana Bella en plataformas digitales
, pone al alcance de
los oídos del mundo, uno de los discos más bellos del rock y la música alternativa mexicana y
latinoamericana.

El disco ya ha dado al menos dos vueltas desde que empecé a escribir estas líneas y ya voy
tomando al menos tres cañas de tequila.

Sigo escuchando con atención y me doy cuenta que sigo sintiendo lo que Mario Lupo; todavía siento escalofríos en los momentos más dulces del disco;
todavía bailo con la potente guitarra eléctrica; aún me estremecen las palabras de María de Paz; todavía sigo con la cabeza el sólido ritmo de la batería; aún siento cada cuerda del bajo como un latido en el corazón; sigo sintiendo cómo mi mente despega con cada sonido del sintetizador.

Antes del último trago de tequila, vuelvo a sentir que soy prisionero de este disco. Pero de
repente suena “Marduk” y después de un muy intenso momento, escucho las palabras de
María de Paz: “Somos libres, nadie lo cree ¡pero es real!” y entonces lo entiendo.

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