Se parece a…no se parece a nada, la obra de Mabe Fratti

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En tres años que lleva Mabe Fratti en México, ha ganado un espacio considerable y respetable en la escena de la música contemporánea. Algo positivo tratándose de una guatemalteca con una oferta avant-pop. Para algunos, ella comenzó su carrera musical con el EP Careless (2016), pero para mí no, comenzó cuando puso su voz y su talento hace siete años en el EP Vacuum, con Moz. 

Desde entonces le he seguido la pista a Fratti. Incluso en sus recitales, donde cantó acompañada de puros secuenciadores y chelo. Igual, cuando junto al deejay y productor Alex Hentze o con el grupo Fraaek, que les aportó creatividad. Esta joven ha aprendido mucho en todo este tiempo y eso le aporta ahora una seguridad para encarar sus producciones. 

Ahora Fratti presenta su EP Se parece a, cuya promoción ha sido trabajosa por los días de covid19. Lo cierto es que lo presenta un mes después del EP Planos para construir, que basa en escritos y poemas. En cambio, Se parece a, es material muy suyo con el apoyo de la violinista Gibrana Cervantes, del grupo de rock experimental Vyctoria. 

Este EP incluye apenas tres tracks de particular atractivo y duración. La primera es Alguien detrás de mí, una canción que escribió durante la cuarentena y donde el chelo suena como bajo y unas capas sonoras del violín y sintetizador que delinean una atmósfera fantasmal y al mismo tiempo vaporosa. La voz de Fratti, pareciera surgir de un sueño y que entona el sentimiento de alguien que piensa que tiene un fantasma viviendo de ella y le dice: “Ya lo ves claro/ desde tu casa/ Puedes creerlo/ que te apareces. Amanecer/anuncia que te apareces”.  

La otra pieza, la más extensa del disco (10:18) es Desde el amor también podemos despedirnos/ El Sol sigue ahí, que coescribió junto a Cervantes. Tiene ese componente como de haber sido grabada en vivo. Chelo y violín abren y se van enlazando a partir de desde distintas visiones. Se toman casi cinco minutos de complicidad entre ligadura de notas en tiempo lánguido. Ese es el punto de experimentación de la pieza. La voz angelical y expresiva de Fratti aparece en la segunda parte que, frente a ese manto sonoro, gana en serenidad y matices.

En la última pieza, titulada Aire, el violín y el chelo se ponen de acuerdo para darle respaldo a una voz tipo vocalise, es decir, canta sin palabras, aunque con el cuidado de no resaltar sino de mantenerse como suelta, flotante. “En el aire sé que vas a aparecer/ Siento el suelo aunque no alcance los pies/ En el aire”. Se nota que Fratti disfruta cantarla o tal vez susurrarla que es la intención con la que la aborda. 

Se parece a, es un disco de viaje interior, donde hay espectros, hay preguntas, hay vacíos, hay imaginación e imágenes oníricas. Por ratos pareciera existe un impulso sinfónico y por otros un sentimiento musical casi sacro. Al escucharla me remonta a esos espacios amplios, antiguos, con eco, en el que se escucha una voz sin saber de dónde viene. La instrumentación, aunque mínima, es cuidadosamente empleada sea para obtener brillo, sea para plantear un marco sonoro, sea para evocar o en todo caso para arropar una razón vivencial y una exploración íntima. 

Fratti posee un enorme caudal creativo, rico en influencias y generoso en acercamientos, por ratos complejo, y que con el tiempo traza, cada vez más, en forma completa, el universo frattiíano. Un disco estimulante e imaginativo

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