El espíritu de la isla en la voz de Omara Portuondo

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Omara Portuondo pertenece a esa generación de cantantes mujeres como Chavela Vargas, Totó La Monposina, Cesaria Evora que por su canto consiguen que broten las raíces de su pueblo. La Novia del Fílin como le llaman, vuelve a la carga con su nuevo disco Mariposas, el cual incluye diez canciones incluso en registros en los que poco ha cantado

Las novedades que eventualmente podrían considerarse de esta placa son por el abanico de estilos que Omara Portuondo ofrece. Además de cantar en claves estilísticas habituales: salsa (Esto sí que sabe a Cuba), son (En tu ausencia), bolero (Volver), acá las combina con la balada (De luz, Viento de Paz), el vallenato (Gracias a Dios) y la bachata (El día feliz). Pero ella ya lo había dicho hace meses atrás: “Yo nunca podría cantar un solo tipo de música. Hay música en todo, en el sol, en la tierra, en el mar”. 

El disco en conjunto más parece un recuento de estilos en los cuales parece que ella siempre ha gustado cantar. Y eligió en esta oportunidad las letras escritas en su mayoría por el joven compositor cubano que es toda una sensación, Jessee Suarez (29 años). De hecho, hay una balada juntos, Libre.

Como se podrá notar son letras románticas, humanas, consoladoras en las que ella deambula entre la alegría, el anhelo y el dolor. Por supuesto, ajustadas a la figura y a la edad de Portuondo

Si uno escuchara por primera vez a Portuondo y no la conociera, diría que su voz no refleja su edad (89 años), esa actitud jovial, ese vibrato y esas notas altas que logra revelan el buen estado de su garganta. Es expresiva, no contiene sus emociones en algunos tramos, pero siempre guarda el control y el equilibrio. Además, esa musicalidad y fluidez revelan su sabiduría y dominio que se anima a piezas burbujeantes como Esto sí que sabe a Cuba, de atractiva melodía. 

Una canción que nos remite a sus días de filin es En tu ausencia. Aquí penetra a esa desesperación y al martirio tras el abandono. “En tu ausencia hasta dejé de frecuentar nuestros amigos/ tomé otras calles, desandé nuevos caminos/ tratando de borrar momentos ya vividos/ Y es que no te olvido./ Y es que en tu ausencia, perdí la paz y en vez la guerra sobrevino/ hasta traté de ahogar las penas con el vino”. 

Por último, debo subrayar el lirismo que le imprime al tema de clausura, El día feliz, escrita por Silvio Rodríguez, que más parece himno de una despedida al infinito. “Y a mi escarba la ansiedad/ me escarba hondo acá en lo blando/ Me escarba simple de escarbar, como para que se hunda más/ el día feliz que está llegando”. 

Con distancia, el disco es un tanto irregular. Parece estar dividido claramente en dos partes: La mitad con material que retoman sus días con el Buena Vista Social Club, y la otra parte, en los días en los que grabó su primer disco Magia (1958). De manera que si usted espera solo uno u otro estilo se equivoca, ella es de las que aprovecha mostrar una amplia gama de emociones. Aquí no falta ni sobra nada, aquí está el espíritu de la isla que cobra vida en su voz.

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