Somos Uno 2, canciones impregnadas del más allá

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Jimmy Cárdenas es un productor quezalteco que lleva tres años impulsando un proyecto discográfico de nombre Somos Uno, producido por Chocoyos, Casa de Artistas, en Quetzaltenango. Lanzó un primer álbum, donde reunió a una buena parte de músicos de la zona y hoy, después de tres años, vuelve con Somos Uno 2. Aquella primera placa ya tenía la visión de contar con colaboraciones abiertas y espontáneas, como también de canciones de los más diversos estilos, en este segundo repite la fórmula. 

En las nueve canciones grabadas, en los créditos encontramos el nombre de más de una docena de músicos, algunos conocidos y otros no. Y bueno, para elaborar las letras, Cárdenas, a través de Amanda Rizik, tomó inspiración de entidades ya fallecidas, de artistas como Mercedes Sosa o un Gustavo Ceratti. 

Justo la primera encuentra se escribió en respuesta a Ceratti, titulada Amplificar, donde la voz cantante le pertenece a Ishto Juevez, con el apoyo en la guitarra de Rodrigo Rosales. Es curioso el registro rockero que nos ofrece de Juevez, a quien lo conocemos en términos de folk urbano. Aquí se rodea de una banda donde destaca el trabajo del guitarrista y bajista Rodrigo, acompañado del guitarrista Gerardo Leiva; teclados David Mora; y batería de Willy Miranda. Un arreglo efectivo que se ajusta a la canción que habla de la amistad. El solo de guitarra de Rosales resalta por su limpieza y estilo, mientras que Juevez estiliza mucho la voz que a veces cuesta entenderle. La canción es sencilla, habla de soltar aquello que se tuvo y sugiere sólo “dejarte ir en el momento/ y ser feliz”. 

Urayoan, es una cumbia, aquí con las voces invitadas de Paco Castillo y Raysa Morales. Habla de un personaje que nació del viento de nombre Urayoan y al que se le pide “que la memoria quizás/ nunca nos haga olvidar al tiempo”. Un tanto críptica la canción porque al final la historia no es clara en parte por sus problemas de redacción. Es cierto, los letristas se dan licencias poéticas, pero sus metáforas son sencillas. Pero este no es el caso. Esta canción de aires andinos, está dedicada a Urayoan Kiak’ik, hijo de Cárdenas. Aquí se escucha el ágil acordeón de Omar Leiva; maracas y gaita colombiana de Alejandro Morelo; y la percusión de Erick Carrillo. 

La fuerza pa’soñar, es un tema latino. Inspirado en Celia Cruz. Acá se escucha a Maia Lopárdo y Dulcinea. Es una canción de amor, en términos tropicales. Hay un tropiezo en la letra, al confundir la salsa (que es la que se escucha) con el danzón (del que habla la letra). Aquí hay una vital contribución del saxofonista Charley Rose, con el apoyo en el piano del costarricense Pablo León, Mae. Abona la intervención de Jimmy Cárdenas y Alejandro Morelo. 

Sak’be, donde participan el cantante Wacha, Diente de León, Erick Santisteban, el rapero M.C.H.E. tienen el apoyo del saxofonista Rose y en los teclados de Nando Juárez. Por cierto, el octapad (batería y percusión electrónica), es accionado aquí por Carlos El Gordo Hernández. La canción que es inspirada por Facundo Cabral, habla de un camino y del caminante “que se presta en batalla/ caminante que sin tregua y sin pausa/ se entrega por completo a su paso abnegado/ dando lo mejor de sí, entregándose una y otra vez a ti/ con amor y fe”. En apariencia es una canción esperanzadora y optimista, aunque no sin de repente decir: “despertemos que vienen catástrofes”. También habla del amigo que no se ve, que está en usted y está en mí, “está en crucifijos o en una pared”. Hay un giro extraño. Luego, el ritmo lento de la misma contrasta con el espíritu expresado en la letra. 

Llama la atención del disco, Rompecabezas, que reflexiona sobre la vida. “La vida es como un juego de habilidad y paciencia/ ir recolectando cada pieza como en un rompecabezas/ Darle forma y figura a nuestros sueños y esperanzas/ con la certeza que algún día veremos la obra completa”. La participación reveladora de Dahirani, de voz dulce y afinada, tiene la mano en la hechura de la letra de Cárdenas y Danii Berger, inspirada en el amor universal. Aquí el Juan Diego Canche Cárdenas toca la batería, el bajo y el piano, mientras que la guitarra corre a cuenta de Nando Juárez. En su intención, en su melodía y en su estructura quizá esta es una de las mejores de la producción. 

Somos Uno 2, tiene tonadas originales, en variados estilos, aunque de calidad irregular. Por supuesto cada músico puso su ingrediente. Destaca la participación de Juevez, Leiva, Rosales, Morelo y de Dahirani. Este disco nació (como el anterior) con un carácter espontáneo y libre, donde cada músico aportaría. Por supuesto, se ofreció un acompañamiento a los cantantes con ciertos colores tímbricos que permitían vuelos interpretativos, pero más bien hubo un sobreesfuerzo de los intérpretes cuando se toparon con que la mayoría de las letras (algunas crípticas), no respetó la métrica del compás. 

Si es cierto que la mayoría de las nueve piezas provienen de la inspiración de grandes artistas como los mencionados, incluida Chavela Vargas, bien cabría esperar letras más depuradas, entrañables y con esa brillantez que dan los años en la escritura. Sin embargo, Cárdenas sostiene que, “cada canción tiene su onda. Porque viene de espíritus muy chingones. Traen esa esencia de ellos”.

Cárdenas, el productor, sigue siendo hoy clave en el impulso de nuevos valores artísticos en la zona, sea por el centro cultural que coordina, sea por este tipo de producciones, donde hay sorpresas estilísticas, revelaciones artísticas y participaciones estelares inesperadas. Seguro, encontrará la llave para revelarnos trabajos más depurados, creativos y con rigor. 

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