El ermitaño Bunbury regresa con Posible

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La derrota tiene su lado romántico. De hecho es algo que los motivadores de tercer mundo aplauden y apoyan. La resiliencia es otra, sin embargo al final de la vida es inevitable perderla. Si las pruebas más difíciles son para aprender a tener miedo y sobrevivir ¿qué punto tiene vencer cuando la próxima lucha puede ser la última derrota?.

Las letras de Posible circulan por esas calles de sueños rotos donde la única lucha que vale la pena es la liberación que implica su buena dosis de soledad. Aunque el concepto suene sugestivo y seductor tendremos que regresar tarde o temprano a buscar agua o amor como mínimo. ¿Hay algún aviso de retiro del zaragozano? Posible-mente.

Enrique Bunbury lanza al mercado Posible, su décima placa de estudio donde nos presenta una introspección más realista del hombre o el rockstar, con frases listas para izar la bandera blanca.

El álbum está lleno de sintetizadores y melodías eléctricas de rock. “Posible” no muestra mucho de nuevo si hemos pasado por Violator(1990) de Depeche Mode o escuchado Low(1977) o Lazarus(2015) de Bowie. Incluso si revisamos trabajos del español como Flamingos(2002) o Palosanto(2003), lo que ofrece Posible es corazón y derrota, y por estos días de crisis mundial, esa combinación sirve de salvavidas.

El disco inicia con Cualquiera en su sano juicio, que es una pista frenética y emocionante donde se escuchan los primeros avisos: No me voy a quedar por aquí demasiado tiempo / Me he ido y vuelto / solo por tí. Es una canción desafiante como la del guerrero herido que volverá. 

Hombre de acción es un post-punk electrónico lleno de reclamos al héroe Bunbury por parte de Enrique. Vi como te encerrabas dentro de tu mente / Como en una caja fuerte sin combinación / Y la llave guardabas en el fondo del cajón.

Deseos de usar y tirar es una balada electrónica con aroma de último respiro y una agónica esperanza antes de la muerte. Tiene un coro tan rompe cabezas, superfluo y desechable: Y yo que tantos hombres quise ser / Qué podré hacer después de tenerte junto a mí / En estos tiempos en los que todo es tan fugaz / y pasajero / Deseos de usar y tirar. También hay una referencia donde lustra una máxima que le dejó Nick Cave, como si fuera poco.

Mis posibilidades en un guiño a Interstellar la película de Christopher Nolan donde estamos metidos en una dimensión infinita de universos paralelos y el mejor rastro de tu paso es dejar la luz encendida ad infinitum. Con la muerte de Little Richards por estos días la reflexión de mortalidad atraviesa la mente del español.

Las palabras, es un guiño a la frase de Depeche Mode en el Enjoy The Silence: Words are very unnecesary / They can only do harm. Bunbury la defiende y amplia en esta canción de ritmo trepidante: Las palabras te pueden alcanzar / A golpes de rima y de kung fu / A contraluz y en sombras / Las nombras y son tuyas de nadie más.

Arte de vanguardia es el escapismo a manera de refugio y protección sobre todo cuando el daño se escurre por las grietas y aunque suene desquiciada, esta solución es definitiva. Tengo solo ya la urgencia de liberarme / y vivir tan al margen de todo como puedo.

Mariachi sin cabeza es una oda al músico que ante la emergencia del COVID-19 se convierte en una leyenda. Bunbury le rinde tributo a este músico mexicano de “a pie” que en la noche más fría y el día más abrazador está ahí gastando garganta y rompiendo las cuerdas por unos cuantos pesos.

Con un millón de dólares es una crítica feroz al “influencer” que lustra ignorancia levanta circo en sus redes sociales. La piedra que tira la canción es demoledora sobre todo para aquel que se toma más en serio de lo que es.

Indeciso o no  es una reflexión sobre el camino recorrido y el recuento de sus daños. ¿Qué de bueno tuvo la fama, el éxito y el dinero?, se pregunta.

Los términos de mi rendición, tiene un comienzo lírico demoledor. Solo con estas primeras líneas veo mi pierna amputada. Ahora que uno se explota a sí mismo / Y cree que está realizándose /Que los extraños te tratan como a un amigo / Antes era un coloso, ahora soy un vampiro. La balada es agonizante con un solo de guitarra sin filo que corta cabezas. Así continúa con otra línea fulminante:  Realizando / Un esfuerzo total / para un modesto resultado. Todo este dolor mientras la instrumentalización crece y crece.

En Posible habita un Bunbury ermitaño que escupe las últimas maldiciones antes de somatar la puerta. No sabemos si está resentido o derrotado, esa es la posibilidad que deja. La certeza es que suena a Bunbury y suena acorde al correr de los tiempos aunque sea minimalista.

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